Christiane Pooley

Los bordes del mundo


Date
July 22 - August 28, 2015


Location
Galería Patricia Ready | Santiago


La exposición Bordes del Mundo tiene como tema central el paisaje en la pintura. Las obras fueron creadas usando imágenes y relatos de la historia colectiva, combinados con memorias y registros personales de la artista. La muestra está compuesta por dos obras de gran formato, realizadas con esmalte y pintura sobre tela, y de trabajos de pequeño formato sobre cobre, intervenidos con técnicas de grabado y pintura. El cobre, material recurrente en su obra, es utilizado no sólo por la relación que tiene con el contexto nacional, sino también por sus cualidades reflectantes, las que permiten incluir al espectador dentro de la imagen. Christiane Pooley replantea el concepto de paisaje pictórico incluyendo problemáticas actuales en esta noción. Si antes el paisaje evocaba a una naturaleza infinita separada del hombre, hoy es un espacio finito donde aparecen arraigados aspectos culturales. Desde ahí, aparecen interrogantes ligadas a la identidad y al sentido de pertenencia. El título Bordes del Mundo evoca a los límites–geopolíticos, físicos o simbólicosque nos obligan a redefinir nuestra identidad en relación a un lugar. El concepto de borde está también asociado al territorio nacional y a las tensiones presentes en el desarrollo de un espacio común. De estas tensiones, surgen preguntas en torno al pasado y al presente, a pertenecer o no a un lugar y a las diferentes formas de vulnerabilidad al interior de estas frágiles construcciones.
 




Esta serie de obras se realizaron teniendo en cuenta las nociones de territorio y territorialidad. A partir de imágenes y relatos de la historia chilena, combinados con memorias y registros personales de la artista, se aprecian bañistas, labradores, exploradores, vagabundos, migrantes y turistas que atraviesan delicadas capas de paisaje, vida doméstica y abstracción.

El conjunto de estas pinturas evoca la función alegórica del paisaje romántico del siglo XIX; son tributarias de Caspar David Friedrich y su búsqueda de la calidad sublime del paisaje como un sujeto emotivo autónomo. Se percibe que, si bien Pooley recurre a esta historia con placer, la colorea con preocupación y acaso criticando cómo el romanticismo por “lo natural” se puede terminar instrumentalizando cuando surgen conflictos territoriales; se suscitan preguntas como, por ejemplo, qué herramientas se usan para señalar la resbaladiza noción de propiedad, o dónde se encuentra realmente la identidad entre las oleadas de uso de la tierra. La exposición se retrae de estas frágiles construcciones para permitir que emerja una dramática tensión, con una fuerte influencia estética de la relación que plantean Richter y Dumas con la fotografía mediatizada.

En su libro “Nunca fuimos modernos” (1993), Bruno Latour trata la abrumadora construcción de sistemas híbridos que combinan política, ciencia, tecnología y naturaleza. Al respecto, escribe:

Sea cual fuere la etiqueta, siempre se trata de volver a atar el nudo gordiano atravesando, tantas veces como haga falta, el corte que separa los conocimientos exactos y el ejercicio del poder, digamos la naturaleza y la cultura. [1]

Procura redefinir las diferenciaciones de la modernidad, más que desarmar lo que constituyen la naturaleza y la cultura de por sí. Hay un eco de las preocupaciones de Latour en la obra de Pooley, en los puntos de acceso, bloqueos y superposiciones oníricas de espacios dispares que se abren a “tierras prometidas”.

Este eco, junto con la melancolía que inspira la extraña distancia aplanada que la pintura permite, crea un espacio para sentirse más cerca de las complejas tensiones entre las preocupaciones del pasado y las que están demasiado presentes.


Laura Morrison



[1]
Bruno Latour, Nunca fuimos modernos: Crisis (traducción de Víctor Goldstein. Siglo veintiuno editores Argentina: Buenos Aires, 2007), pág. 18